Fausto Rohr

 

Seguramente lo más interesante para ustedes será saber lo que sucedió después de Covell. Cada época de mi vida tiene su importancia, porque en cada una pude aprender y soy un producto de esas vivencias.   Salí de Covell con la nostalgia de dejar a mis buenos amigos, tanto compañeros como profesores. Después de obtener mi Maestría en la Universidad Estatal de California, colaboré con algunas empresas comerciales en California, pero siempre anhelando la oportunidad de volver a mi país, como si presintiera que allá mi vida cambiaría para siempre.   En 1976, volví a  Ecuador con muchas ilusiones y deseos de aportar con mis conocimientos al desarrollo de mi país. Tuve la oportunidad de dirigir una entidad financiera con gratos resultados; también formé parte de una entidad reguladora gubernamental e incluso, hice realidad mi anhelo de formar mi propia empresa, la misma que subsistió exitosamente hasta que la inestabilidad política, social y económica del Ecuador a fines de los 90, me llevaron a tomar la decisión de liquidar mi negocio y volver a los Estados Unidos.   Esta vez regresé con mi esposa Patricia, la mujer que estaba destinada para ser mi compañera, ya que no sólo me estabilizó sentimentalmente, sino que me convirtió en padre en mis años dorados. Ahora ella y mi hijo, Scott, son el motor de mi vida.   Después de una cirugía de corazón abierto, de interminables mudanzas, de fallidos matrimonios y de saborear triunfos, decepciones, deslealtades,  aciertos y desaciertos, me encuentro viviendo en Miami con mi hermosa familia. Trabajo en una agencia federal, acabo de comprar mi casa, aprovechando la crisis inmobiliaria y le doy gracia a Dios por cada día que me permite contemplar el crecimiento de mi hijo de 11 años, gifted, quien acaba de terminar la primaria con un promedio académico perfecto. Estoy con los seres que amo y me aman, por eso le doy gracias a la vida que me ha dado tanto.   Covelianamente,  

Fausto Rhor